SOBRE EL AUTOR, MICHELL FOUCAULT

 


Sobre Michell Foucault y El Autor

1966 es el mismo año donde aparecen los escritos de Jaques Lacan, se desplieguen una serie de debates y polémicas en torno al estructuralismo y se publica las palabras y las cosas libro que tendría mucho éxito y explicaría entre otras, la discontinuidad de las cosas. Pero es en 1968, en Túnez donde se encontraría Foucault para las revueltas de mayo y le daría a éstas especial importancia por el riesgo de los jóvenes tunecinos y las condenas que acarrearon las acciones populares.

Ese año regresa a Francia y se hace a cargo del departamento de filosofía en el centro experimental de Nantes, que en ese momento estaba dentro del proyecto de la reforma del estudio superior.

Qué es un autor se puede leer como un trabajo importante en relación con Las palabras y cosas con la arqueología del saber, y sería un paso que conduce a lo que va a ser su catedra en el Cóllege de France, el Orden del discurso, Foucault en escena, teatro filosóficoy queda colocado en un  lugar histórico frente a la historia crítico-filosófica.

¿Qué importa quién habla? Se afirma el principio ético quizás más importante de la escritura contemporánea, la desaparición del autor, hay que localizar dice Foucault, como lugar vacío a su vez coercitivo los emplazamientos desde donde ejerce su función. Indica en su resumen previo los temas que va a tratar, el nombre del autor, el segundo lo llama la relación de apropiación, el tercero la relación de atribución y el cuarto la posición del autor. Termina esa descripción preliminar con la pregunta de qué puede significar el “retorno a” como momento decisivo en la trasformación de un campo de discurso

La sesión se abrió a la 16, 46 en el Cóllege de France.

La noción del autor constituye el momento más importante de la individualización en la historia de las ideas, también en la filosofía y las ciencias y más tarde va a citar a Samuel Beckett con la frase: Qué importa quién habla dijo alguien que importa quién habla.

En primer lugar señala que la escritura de hoy se ha liberado del tema de la expresión, no se refiere más a sí misma y sin embargo no es tomada con el tema de la interioridad, se identifica en la propia exterioridad desplegada.

De la escritura dirá, no funciona la exaltación del gesto de escribir, no se trata de la aprensión de un sujeto en un lenguaje, se trata de la apertura de un espacio donde el sujeto que escribe  no deja de desaparecer. Escribir es no dejar de desaparecer.

En segundo asunto planteado en este texto es el parentesco de la escritura con la muerte, y esa relación con la muerte, nuestra cultura ha metamorfoseado el relato para conjurar la muerte, pero la escritura está ligada al sacrificio de la vida, la obra que tenía que traer la inmortalidad ha recibido el derecho de matar a su autor. Resalta que La marca del escritor ya no es más que la singularidad de su ausencia y es preciso ocupar el papel del muerto en el juego de la escritura.

Platea la noción de la obra, y esta pregunta de ¿qué es una obra?, ¿qué es la obra por ejemplo de Sade? esos rollos de papel sobre los cuales durante sus jornadas de prisión desenrollaba sus fantasmas y dónde termina o donde se frena una obra. ¿Tiene sentido incluso publicar una nota de lavandería? La palabra obra y la unidad que designan son tan problemáticas como la individualidad del autor.

Otra noción que bloquea La desaparición del autor y retiene de alguna manera esta borradura es con sutileza la que tiene que ver con la escritura.

¿Pensar la escritura como ausencia no es simplemente repetir en términos trascendentales  principios religiosos de la tradición a la vez inalterable y nunca completa y el principio estético de la supervivencia de la obra de una conservación más allá de la muerte y de su exceso enigmático en relación con el  autor? Señala Foucault que la desaparición del autor que desde Mallarmé es un acontecimiento que no cesa,  se haya en cierto sentido sometido al bloqueo trascendental. Así se pregunta, ¿no hay actualmente una línea divisoria entre quienes creen que todavía pueden pensar las culturas de hoy dentro de la tradición histórica trascendental del siglo XIX y entre quienes se esfuerzan por librarse de ella definitivamente?

Continua diciendo que es evidente que no basta con repetir como afirmación vacía que el autor ha desaparecido. No basta con repetir indefinidamente que dios y el hombre han muerto como si fuera resultado de una muerte conjunta, lo que habría que hacer es localizar el espacio dejado así vacío por la desaparición del autor, escrutar el reparto de las lagunas y de las fallas y asechar los emplazamientos las funciones libres  que esa desaparición hace aparecer.

En cierta medida el nombre de autor es el equivalente a una descripción. El nombre de autor no es pues un nombre propio como los demás, no es simplemente un elemento en un discurso sino que ejerce un determinado papel con relación al discurso, garantiza una función clasificatoria. Un nombre de autor funciona para caracterizar un determinado modo de ser del discurso. Para un discurso el hecho de tener un nombre de autor, que se pueda decir que esto es escrito por tal o cual autor indica que este discurso no es una palabra cotidiana indiferente. Se trata de una palabra que se recibe de cierto modo. Es una palabra que en una cultura dada debe recibir un estatus determinado. Así en el nombre del autor se manifiesta el acontecimiento de un conjunto determinado de discurso y se refiere el estatuto de ese discurso en el interior de una sociedad, en el interior de una cultura, no se sitúa en el estado civil de los hombres ni en la ficción de la obra, está en la ruptura que sitúa un determinado grupo de discursos y en su modo de ser singular. En consecuencia se puede decir que en una civilización como la nuestra hay un determinado número de discursos hay que están provisto de la función autor mientras que otros están desprovisto de ella.

 

La función de autor comienza citando los objetos de apropiación, es decir los textos, libros, discursos, que han empezado a tener autores en la medida en que los discursos o el autor pueden ser castigados, comienza esa función de autor en la medida que los discursos podían ser transgresores, que tiene que ver con la aparición y el decreto de ciertas reglas estrictas sobre los derechos de reproducción, relación autores editores etc. A finales del XVIII y XIX fue un momento en que se plantea la posibilidad de transgresión que pertenecía al acto de escribir y hay tomó esa dimensión de la trasgresión el aspecto de imperativo propio de la literatura.

La función de autor no se ejerce de manera universal, hubo un tiempo en que esos textos literatos, relatos, epopeyas, comedias, eran recibidos y puestos en circulación, valorados sin que se planteara la relación de autor, su anonimato no planteaba dificultades, su antigüedad les resultaba una garantía suficiente, así en se produjo en el siglo XVII un quiasmo, se comenzaron a recibir los discursos científicos por si mismos en el anonimato de una verdad establecida y su pertenencia  a un conjunto sistemático lo que le garantiza y no la referencia al individuo que los produjo, para los discursos literarios ya solo pueden ser recibidos dotados de la función autor y si a todo texto de poesía u oficia se preguntará quien la produjo, en qué fecha, que circunstancias, a partir de que proyecto etc. El anonimato literario comenzó a resultar insoportable. Se recibieron textos a título de enigma.

En cuanto al Carácter de la función de autor no se forma espontáneamente como la atribución de un discurso a un individuo, es más bien el resultado de una operación compleja que construye un ser  de razón que llamamos el autor. Se intenta darle a ese ser de razón un estatuto realista seria el individuo una instancia profunda, un poder “creador”, un proyecto, el lugar originario de la escritura. El autor nos permite explicar tanto la presencia de algunos acontecimientos en una obra, como los trasformaciones, sus deformaciones, sus diversas modificaciones, el autor es a sí mismo el principio de una determinada unidad de escritura y es además lo que permite superar las contradicciones que pueden desplegarse en una serie de textos. Plantea esos signos gramáticos que remiten al autor: Pronombres personales, conjugación de los verbos, adverbios de tiempo y lugar, todo lo necesario para la localización de autoría. Establece o evoca las cuestiones fundamentales de la función de autor que están ligadas al sistema jurídico que circunscribe que determina y articula el universo de los discursos, no es igual en todos las épocas, que se define en una serie de operaciones complejas, y no remite necesariamente a un individuo real puede dar ligar simultáneamente a varias posiciones sujetos que varios individuos pueden llegar a ocupar.

En el asunto sobre Fundadores de discursividad, habla de autores que se hayan en una posición transdiscursiva, dirá entonces que en el curso del siglo XIX en Europa van a aparecer una serie de autores  fundadores de discursividad, que han producido algo que está relacionado con la aparición de otros textos. Como en el caso del Freud y Marx, así dirá que Freud no es solamente el autor de la interpretación de los sueños y Marx no es simplemente el autor del manifiesto del partido comunista o del capital, dirá que son quienes establecen una posibilidad definida del discurso, así mismo establece la diferencia entre los fundadores de discursividad y la fundación de cualquier cientificidad, (la fundación de una cientificidad siempre puede ser reintroducida en el interior de la maquinaria de las transformaciones que de él deriven)  y la instauración de una discursividad (heterogénea con respecto a las trasformaciones ulteriores) y por último en este tema de los fundadores de discursividad que es en relación con la cuestión de  los retornos a, y sobre todo con los fenómenos de redescubrimiento que se producen en las ciencias frecuentemente, plantea la cuestión de los libros de la gramática cartesiana, y como se ha hecho una reactualización que no es el resultado de un tipo cualquiera de olvido y hace la diferencia entre un olvido accidental y un olvido esencial.

El retorno a se dirige a lo que está presente en el texto o aquella especie de vuelta al texto mismo, al texto en su desnudez y sin embargo se recurre a lo que está inscripto como hueco, ausencia, laguna en el texto. Se vuelve a cierto vacío que el olvido ha esquivado u ocultado; que ha cubierto con una falsa plenitud y el retorno debe redescubrir esa laguna o esa falta, y de allí el juego perpetuo que caracteriza a los retornos a la instauración discursiva.

Habla de la transformación de la discursividad misma y que supone Como el reexamen de los textos de Freud modifica el mismo psicoanálisis o como la reevaluación de los textos de Marx modifican el marxismo, como cualquier proyecto de reactualización del psicoanálisis o del marxismo tiene que ver con retornos que trasforman esos mismos campos discursivos.

Para el cierre de la conferencia ofrece direcciones indicativas para trabajar en una tipología de los discursos, una tipología que no puede hacerse solamente a partir de los caracteres gramaticales sino también la importancia que tiene para él, el análisis histórico de los discursos, dice: tal vez sea tiempo de estudiar los discursos ya no solamente en su valor expresivo o sus trasformaciones formales sino las modalidades de su existencia.

Los modos de circulación, de valoración, de apropiación, de los discursos varían con cada cultura, y se modifican en el interior de cada una. ¿No es, se pregunta Foucault,  igualmente a partir de análisis de este tipo (histórico-critico) que se podrían reexaminar los privilegios del sujeto?, tal vez haya que volver sobre esta suspensión no para restaurar el tema de un sujeto originario sino para captar  los puntos de inserción, lo modos de funcionamiento y las dependencias del sujeto.

Se pregunta, Cómo,  según qué condiciones, y bajo qué formas algo como un sujeto pueda aparecer en el orden de los discursos, qué sitio puede ocupar en cada tipo de discurso, qué funciones puede ejercer y obedeciendo a qué reglas, en resumen se trata de quitarle al sujeto, o a sus sustituto su rol de fundamento originario y analizarlo como una función variable del discurso. El autor o las funciones del autor es una de las especificaciones posibles de la función sujeto. Podemos imaginar una cultura donde los discursos circularían y serían recibidos sin que la función autor aparecieran nunca, todos los discursos cualquier que sea su estatuto, su valor, su forma, o el tratamiento al que se someta, se desarrollaran según el anonimato del susurro.

Finalmente cierra con la pregunta, Cuáles son los modos de existencia de ese discurso, dónde se ha sostenido,  cómo puede circular y cómo puede apropiárselo; y detrás de todas estas preguntas dice; no se  escucharía más que el ruido de una indiferencia Qué importa, quien habla.  

 

En esta parte se presentan las preguntas del público

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